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Eric Junod

Humanitario y activista de la libertad.

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Eric Junod nació en 1924. Hizo muchas cosas, viajó a muchos países, pasó por los momentos más difíciles, se enfrentó a las dificultades familiares con confianza, dio esperanza a personas que ya no la tenían. Siempre mantuvo su humor intacto, casi hasta el final de su viaje, haciendo reír a las enfermeras que lo cuidaban. ¡Qué fuerza de carácter!



 A sus 83 años, dijo delante de sus amigos y del personal médico que le ha atendido con dedicación en "L'Oliveraie" estas últimas semanas, cuando el final se hacía más preciso, que no tenía miedo a la muerte y que estaba preparado . Estas palabras, estas afirmaciones de fe nos han marcado y emocionado a todos. 



Es cierto; ha hecho mucho. Ya sea en su Jura natal, donde la gente luchó durante décadas para obtener su independencia de los berneses. Ya sea en el África francófona, donde mostró a las masas que la libertad tiene una base indispensable para la reconciliación. Como delegado del CICR en Biafra, en medio de los crueles combates que obligaron a cuatro millones y medio de civiles a huir de sus casas, a morir de agotamiento en las carreteras y a amontonarse en más de seiscientos campos de refugiados. Ya sea en Vietnam, donde fue jefe de misión interino del CICR y donde conoció a Hélène, o en el Congo, donde asumió la peligrosa tarea de supervisar la seguridad de un enorme hospital plagado de corrupción. En todas sus actividades al servicio de los demás, Eric se enfrentó a los peligros más graves, respondiendo a los retos que se le presentaban con una sonrisa y un proverbial "no hay problema" que le permitía seguir adelante, para sí mismo y para los demás, obedeciendo los mandatos de su voz interior que le guió toda su vida.



Cuando partió hacia Biafra, respondía al llamado que el CICR había lanzado con el nombre de "SOS Biafra". La misma actitud en Vietnam y en África: se le necesitaba y acudió, pagando su propio camino y dándolo todo a lo que se esperaba de él. En este proceso de ser un servidor, Eric mostró una rara obediencia a lo que Dios le decía en el secreto de su corazón. Hélène sabe algo de esto, porque en su maravillosa unión con Eric, más allá del amor que lo explica todo, hubo un gesto de obediencia mutua que, en la agitación de la historia contemporánea, y que atravesaba el Congo en particular, les permitió mantenerse firmes contra viento y marea y ser una sólida referencia para muchísimas personas.



Falleció el 2 de noviembre de 2007

 

Nacionalidad
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