Rosalie Huber-Rubel
La vida de Rosalie Huber se ha caracterizado por el diálogo matutino con el Creador y una profunda relación mística con Dios; además de una vida cristiana cotidiana llena de valor moral. Fue una persona valiente, guiada por Dios. Se enfrentó a los hombres y mujeres de forma audaz, inspirándolos en el Reino de Dios. Su fe era ardiente y estaba impregnada de amor al prójimo, todo ello animado por un vivo sentido del humor. Muchos fueron conducidos por ella en sus vidas hacia Dios. Ella los animaba y consolaba, los transformaba y los acompañaba.
Activa en el Rearme Moral, ejerció su influencia no sólo hasta hace cinco años en Caux, sino también allí donde vivía, gracias a su casa hospitalaria que sus hijos llamaban a menudo "el hotel de mamá". Una vez alojó a treinta japoneses y la familia tuvo que pasar la noche en otro lugar.
Rosalie era una apasionada por la equitación y el montañismo. Típico de su carácter, apenas menciona en su biografía sus numerosos accidentes, enfermedades y operaciones. En 1943, se cayó 60 metros con los esquís en las rocas. Otros no habrían sobrevivido a la fractura de la base del cráneo y a todas las demás.
Rosalie murió en agosto de 1996 y su funeral y servicio de acción de gracias por ella el 20 de agosto de 1996 en el Grossmünster de Zúrich.